EL CHAPALCAZO FC

Crónica escrita por: Alejandro Casas.

Tiempo estimado de lectura: 13’ 45’’.

Todo empezó el sábado a las 14:30… o tal vez no.

Porque aunque los relojes se empeñen en insistir con ese horario, cada uno de los jugadores de Chapalca ya estaba jugándolo en su cabeza desde hace varios días; la ansiedad colectiva, multiplicada por la siempre maldita lluvia, tuvo en vilo durante 14 días a hinchas y jugadores, que trataron de sobrellevar los nervios con varios fulbitos 5, asados, sexo, drogas y demás entretenimientos propios de los futbolistas de raza.

Pero llegaba el día y la siempre maldita pa-panamericana era un puto infierno. La ansiedad aumentaba a medida que se iban pasando los paisajes habituales: Unicenter, el peaje, el Tortuguitas Pony mall, Disco, la Sra. que vende quesos, el coqueto barrio de Garín, el estacionamiento, el vestuario. La cancha. La cancha, la hora señalada (con un ligero atraso, claro). Una nueva final para un rosanero que cada vez sueña más, pero que está, curiosamente, cada vez más despierto. Un nuevo “todo o nada” contra el entonces escolta El Banderazo FC. Una nueva ocasión para demostrar de qué está hecho el equipo.

En la arenga previa se le escuchó al capitán una sugerencia habitual; “Dar todo por el otro, si mi compañero la pierde, yo tengo que estar atrás y pelearla por él”. Por ésta vez, cuando hizo falta, Chapalca se hizo eco de esas palabras.

Y entonces si, llegó el momento. Empezaba el partido con una intervención clarísima de quién buscaría convertirse luego en la figura del partido: El pitido del árbitro. Sacó Banderazo y el duelo empezó.

Tanta ansiedad previa parecía haber sido canalizada hacia un empuje espectacular, que llevó al equipo tricolor a poner a su rival contra el arco en los primeros minutos del partido. Con mucho orden en la salida (sobre todo en la proyección de Luquitas por izquierda asociándose con Zequi) y un medio que buscaba llegar con toques cortos, se fue avanzando sobre el campo rival, hasta que en una jugada por derecha un centro por el piso encontró al Negro Emilio, que con mucha tranquilidad definió de derecha al palo derecho del arquero para darle el primer grito de alegría a la patria chapalquera.

Con el 1-0, Banderazo pareció despabilarse un poco y salió a buscar un empate que se podría haber dado en una jugada un poco sucia en el área, en la cual el Kun quiso despejar de cabeza y mandó la bocha directo al arco. Para alegría de todos (menos de Banderazo, bah), Joselo fue muy profesional (?) y sacó la pelota por arriba del travesaño cabeceándola prácticamente en la línea.

Lo que vino después fue un primer tiempo algo tibio y cerrado, con más ocasiones y control de pelota por parte del rosanero, pero con un factor en contra que iba a condicionar el partido: El siempre maldito árbitro. Esta vez el hombrecillo de negro quiso controlar (en exceso) un partido que nada tenía de caliente, y empezó a regalar tarjetas. La primera, a Salva, fue por pedir (sin exabruptos, ni insultos, ni nada) una falta en ataque. De ahí en más, sus “ojo con el boludeo”, “al que habla lo saco”, y “el teatro lo dejamos para la noche” se empezaron a repetir con una frecuencia y una inutilidad exasperantes.

Del resto del primer tiempo solamente se destaca la lesión de Luquitas, que salió reemplazado por un Marce que poca experiencia tenía en una posición a la que, sin embargo, no le costó mucho acostumbrarse.

Al comenzar el segundo tiempo flotaba en el equipo una convicción; éramos 11 contra 12. Hablar, pedir faltas u offsides, ir abajo en jugadas dudosas o enroscarse en discusiones no formaban parte del libreto. El partido se tenía que ganar haciendo de cuenta que el árbitro no estaba, y para eso la mejor formula es jugar tranquilo y a los toques.

Dicho y hecho.

A pocos minutos de iniciada la segunda etapa Quiro sale jugando con Nico, Nico se la da a Ale, quien se la da a Mati, éste devuelve la pared, y Ale la tira larga para el avance del Negro que, llegando al área tira un pase en profundidad hacia el corner para Tute (pase que, antes de llegar pasa por un inteligente Salvador, que dejó la X apretada y abrió las piernas para desconcertar a toda la defensa banderera) que llegando a la línea de fondo sacó un preciso centro que iba a encontrar (mejor dicho, reencontrar) al recién ingresado “Mondiola” Lamarque con el añorado gol. Pero qué digo gol, re contra golazo de chapalca. Una jugada en la que se fue siempre hacia adelante con toques cortos y precisos, y en la cual los rivales, sin desmerecer, parecían conitos.

El partido era cómodo y Banderazo no parecía dispuesto a apurar demasiado. Su único recurso de ataque eran las pelotas paradas, y para su desgracia, con mayor o menor precisión, Chapalca devolvía toda insinuación de peligro, a los toques, de cabeza o a los pelotazos de ser necesario.

Corrían, digamos, diez minutos del ST cuando una jugada cambió el partido de la forma más extraña. En una escapada del 9 rival, Juzz lo camisetea para frenarlo y el arbitro cede ley de ventaja (o no ve, no sé, era tan malo…) para que el nueve malograra la jugada. ¿Reacción? El delantero largo una “laconchaetuma…” al aire que fue oportunamente captado por el árbitro. Y nuestro showman no podía hacer menos que echarlo, después de repartir tarjetas a casi todo el elenco rosanero por nimiedades, quejas o faltas inventadas (bueno, si, y alguna buena murra también), la presión le hizo sacar la roja y dejar al rival en inferioridad numérica.

“Listo” diría cualquiera. “Listo” pareció decir Chapalca. Listo las pelotas.

Después de un corner fallido a favor del trico, un contraataque de 2 vs. 4 terminó, inexplicablemente en el descuento de un Banderazo que ahora, recién ahora, a veinte minutos del final y con uno menos, se decidía a buscar el partido.

Lo que vino después fue innecesario y poco elegante. Un árbitro empeñado en hacernos perder, un rival descontrolado y un poco sacado, su banco de suplentes exacerbado, puteando a jugadores de Chapalca y al árbitro sin ningún reparo. Un verdadero papelón, avalado por el de negro que adicionó ocho (si, ocho) minutos al tiempo reglamentario.

Y un Chapalca que, ya se dijo, se hizo eco del pedido del Cabezón: matándose por cada pelota, por cubrir al compañero, relevando, presionando, despejando. Haciendo lo que fuera necesario para llevarse esos preciados dos puntos.

Y así se hizo: en un tiro libre en la puerta del área, el rival iba al ataque hasta con el arquero, y Chapalca defendía hasta con el alma. Cae el centro llovido, despeja Kosta, y el arlequín del silbato, a falta de más excusas, pita el final.

Sufriendo si, pero también con buen futbol.

Nerviosos si, pero también con muchos huevos.

Con boludeces, peleas, gritos, también, pero dejando todo por el compañero.

Así, este Chapalca invita a soñar.

UNO X UNO

Cairo (6): Un poco dubitativo en algunas salidas, tuvo mucho trabajo por arriba y en general cumplió. La diferencia: sacó una bocha imposible abajo contra su palo izquierdo que podría haber complicado mucho las cosas.

Luquitas (-): La lesión no le dio mucho tiempo en cancha, pero el poco que estuvo demostró que además del aporte en defensa, su peso ofensivo es muy grande.

Jusepe (7): Aunque la nota no marque mucho, fue uno de sus mejores partidos del campeonato. Casi no tuvo errores, jugó muy ordenado y sacó un gol en la línea.

Kun (6): De partido prolijo en general, pecó de inocente en el gol de Banderazo. Fuera de eso, siguen sin poder pasarlo.

Ale (6): Más allá de alguna imprecisión habitual en los pases, tuvo un buen partido. Muy firme yendo al piso en la marca, y (en el segundo tiempo) pasando al ataque en sociedad con Tute. Participó del segundo gol, pero no volvió del corner que terminó en el de Banderazo.

Zequi (5): Con la desaparición física (?) de Luquitas, su peso en ataque se fue diluyendo y casi no consiguió inquietar a los rivales como en otros partidos.

Nico (6): Fundamental en el nexo entre defensa y medio. Pidió siempre la pelota en la salida y se hizo fuerte en el juego aéreo y la marca. Durmió en el gol de Banderazo, ya que podría haber tomado la marca del peladito que mojó.

Kosta (6): Colaboró mucho y bien con la marca, pero le falto hacer gala de su buen pie y de su calidad para llevar la pelota al otro lado de la cancha.

Negro (6): Discreto en el ataque, se lució por el gol y la participación en el segundo. A destacar, si le pedís que ataje, lo hace y encima bien. De delantero y de cinco se ubicó sin problemas y dio todo lo que tuvo que dar.

Mati (7): En un partido un poco sucio, donde tener la pelota y gambetear no aparecía como opción muy clara, Mati se animó un par de veces y rindió. Participó en los dos goles y tuvo algunas chances más que desperdició por generoso. Para ser él, colaboró bastante en la marca, aunque no suficiente.

Salva (8): Una figura que puede haber pasado desapercibida, pero que estuvo en todo. Corrió todo el partido, presionó, colaboró con la defensa, participó en los dos goles y nunca perdió la calma. Otro que la pide siempre y va con todo hasta la última.

Marce (6): Tuvo que entrar en una posición que no conocía, y más allá de un par de errores al principio, supo ubicarse y dar un muy buen partido, con mucha marca y sin necesidad de ir abajo o hacer faltas. Prolijo para salir, aunque a veces muy jugado.

Euge (7): Un goleador tiene que hacer eso, goles. Entró en el ST y en la primera que tuvo la mandó a guardar, después de una racha floja signada por la sequía y las lesiones. Es la versión de Eleu que necesita Chapalca.

Pollo (-): Entró por Euge y no supo ponerse a su altura. Colaboró con la presión, pero no insinuó nada en ataque.